sábado, 26 de mayo de 2018

“Así era mi Fonseca” por: José María Gómez Daza


“ASÍ ERA MI FONSECA”
                                                           
Por: José María Gómez Daza


Así era Fonseca en las décadas de los años 14 a  40 del presente siglo.

Su situación geográfica:

Ubicada en la provincia de Padilla, en el departamento del Magdalena Grande y a orillas del Río Rancherías, entre las estribaciones de la Sierra Nevada y el ramal oriental de la Cordillera de los Andes, tiene para la época a que hago referencia, un altura sobre el nivel del mar de 110 Mts. y con una población calculable en 1.200 habitantes, sin servicios públicos de ninguna especie. El agua era obtenida del Río Rancherías  por medio de barriles y tinajas. Las luces a base de lamparas de petróleo que era llevado de Venezuela, había una oficina telegráfica que solo transmitía a Riohacha y a San Juan del Cesar. La principal autoridad era ejercida por un Alcalde, siempre godo, dos policías y dos maestros, apoyados en “El Cepo” aparato que consistía en un par de tablones de carreto, que se unían por medio de aldabones con varios huecos, que daban un espacio para que el prisionero metiera las piernas y quedara acostado en el puro suelo (funcionó hasta el año 30).

 La pequeña Fonseca tenía las siguientes calles de norte a sur:

Ø La calle de los almendros, nombre debido a los muchos árboles que la circundaban. Por esta calle corrió durante muchos años una acequia, la cual que venia del Río Rancherías, con su bocatoma en la finca Santa María, de propiedad de Don Rafael Rincones y cuyas aguas eran utilizadas en la fabricación de Ron por el Doctor Rafael Ovalle; muerto este paso la fabrica a Don Nicolás Medina Ovalle.

Personajes influyentes de esta calle:

Doctor José Antonio Tovar C. (Odontólogo de la Universidad de Filadelfia, U.S.A.); Nicolás Medina y su familia; Don Rafael Cotes educado en Francia; Don José M. Escalante; José María Ponce.

Ø  La de “Las provisiones”, comenzaba muy cerca del cementerio y terminaba en la parte más oriental del pueblo.

Ø  La del Pereque o más tarde la del Corazón de Jesús, donde una de las primeras casas fue la de mis padres; después de ésta calle no había sino potreros y la carnicería.

Entre la calle de ‘los Almendros” y la de “las Provisiones quedaba la plaza del pequeño pueblo, que merece un capitulo aparte.

Esta plaza estaba edificada por los cuatros costados por las mejores construcciones de aquella época. Esta, fue invadida por las fuerzas del gobierno conservador, cuando el pueblo ocupado por tropas liberales, en el costado oeste y norte de dicha plaza. Después de una lucha terrible ya entrada la noche, los liberales alcanzaron a entrar a la iglesia y desde su torre, un muchacho de apenas 17 años, se le ocurrió con el petróleo de la iglesia y un arco guajiro, tirar un mechón que cayo en el techo de la casa más próxima. Este muchacho premiado por los jefes liberales se llamaba “Salastiel Brito” pariente de mi padre Lucas Gómez Aragón.

Los escombros de la mencionada cuadra permanecerían durante muchos años en ese sitio, hasta que los frailes Capuchinos construyeron la casa cural y un colegio para mujeres, muy bien dotado, que aún existen.

Es importante anotar que el combate entre las fuerzas del gobierno y la de los liberares dejo semidestruido el pueblo, porque los liberales para poder desalojar de la plaza a los del gobierno, tuvieron que perforar las paredes de casa por casa comenzando por la “casa de la almohada” ubicada en la calle de las provisiones cerca del comando liberal.

Los callejones eran nominados según las personas importantes que en ellos vivieron, así se decía, el Callejón de Tile; el de Mendoza; el de las Araujo; el de María Marulanda, etc.

Personajes Importantes:

Don Bartolo Parodi, Don Crispin Medina, Don Guillermo Araujo, Don José María Dávila y Camilo Urbina, telegrafistas; Don Lucas Gómez Aragón, Don Juancho Daza, Don Adalberto Abuchaibe, Nelson Parodi, José Agustín Mendoza, Fidel María Gómez, Dámaso Parodi, Tomas C. Medina, Cicerón Tovar S., Don Vicente Mendoza y Don Ramón Penso, hombre interesante no solo por su decencia, bondadoso e inteligente y poseedor de una de las fincas más grande de Fonseca.
Abelardo Romero el eterno maestro y tantos más que se escapan de mi agonizante memoria.

Entre los acontecimientos importantes en cuanto a la salud publica del Fonseca de entonces, es digno de contar, la lucha contra el paludismo, flagelo endémico de todos los pueblos de la Provincia especialmente después de los meses lluviosos. Es digno de hacer notar que las fiebres palúdicas se presentaban más entre los niños y jóvenes que en las personas de edad avanzada.

Por iniciativa de el Doctor Octavio Gómez, todos los años se desecaban las lagunas y pantanos aledaños al pueblo; para ello se hizo un caño que llevaba las aguas de lluvias del pueblo desde el oeste hasta el noroeste, por la parte norte de la que hoy es la Avenida de la Carretera e iba a desembocar en la cañada “La Guaca”, antiguo cause del Río Rancherías. Esta campaña sanitaria fue coadyuvada, con un éxito rotundo, por la acción de fumigación con D.D.T. de la compañía Roquefelex y maquinaria especializada y dirigido por el hijo adoptivo de Fonseca, hombre recordado Señor Molina quien aún vive en Valledupar.
 
Los pueblos de Villanueva, San Juan del Cesar, Fonseca y Barrancas hacían su comercio con las ciudades costeñas de Barranquilla, Riohacha, Santa Marta, Cartagena, saliendo a los mismos caminos de herradura, en bestias. El comercio principal de exportación eran cueros, café, panela, ganado para el consumo de carnes, etc.

Para ir a cualquiera de estos pueblos había que viajar en bestia durante 3 o 4 días. Hagamos uno, de Fonseca a Santa Marta: se salía a las 4 a.m. y se llegaba atravesando la pequeña cordillera, a las 2 p.m. al estadero “Loma Grande” de propiedad de Don Miguel Angel Brito. De allí, saliendo muy de madrugada, se llegaba a Barbacoa  o a “El Habre” y de este ultimo se viajaba a Riohacha durante las ultimas horas de la mañana para retomar a las 4 p.m. una lancha que lo llevaba a una goleta (embarcación de madera) movida por el viento con velamen de tela. Se podía amanecer en Santa Marta o durar 24 horas o más esperando una brisa favorable.
    
La carretera de Riohacha a los pueblos de la Provincia demoró muchos años para llegar a Fonseca. Fue trazada por el Ingeniero Andrade (el chiquito Andrade como se le conocía en la región por la altura de más de 2 metros). Llego a Fonseca durante la segunda administración del Doctor López Pumarejo por allá en diciembre cuando fue inaugurado el puente sobre el Río Rancherías.

Con motivo de ello estuvo en Fonseca el Presidente López con varios de sus ministros y el Alcalde de Bogotá, Doctor Jorge Soto del Corral. Después de una esplendorosa comida, en una de las mejores casas del poblado, pidió el Presidente López que lo llevaran a conocer el pueblo y bajo una luna llena resplandeciente y acompañado por una nutrida concurrencia, se detuvo en plena calle y pidió que le trajeran al Señor Alcalde y presente este, le dijo: “Señor Alcalde Parodi tengo el placer de presentarle al Alcalde de Bogotá, Doctor Soto Del Corral”. Don Nelson Parodi le contestó: Nelson Parodi Alcalde de Fonseca, Alcalde por Alcalde.

Poco después el Doctor López Pumarejo dirigiéndose a la multitud, dijo: “No me han dicho nada sobre la carretera que hoy les he hecho llegar a Fonseca. Uno de la concurrencia después de darle las gracias, se lamentó de que aún no estaba terminada y que solo era transitable en verano ya que en el invierno era imposible, entre la multitud con gran énfasis exclamo alguien: “hasta esa vaina Señor Presidente”. Hubo grandes carcajadas y aplausos.

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